jueves, 2 de octubre de 2008

ACERCA DE LA LEGALIZACIÓN DEL ABORTO EN MÉXICO

Increíble pero cierto. Cuando a finales del mes de agosto del presente año se legalizó el aborto en México, las campanas de la catedral sonaron a duelo. Pero no sonaron cuando fueron violados niños por curas representantes de la iglesia católica. No suenan cuando la gente sin techo y sin comida muere de frío o de hambre y ellos viven tranquilamente y muchos en la verdadera opulencia. Tampoco suenan por cada mujer que pierde la vida en manos de charlatanes que se dicen médicos y que practican el aborto en las peores condiciones de sanidad…

Y ni que decir de grupos como Pro-Vida o de las personas que han criticado dicha legislación. Alegan que Dios dio la vida, pero se olvidan que también dio el libre albedrío. No piensan ni saben lo que puede llevar a una mujer a semejante decisión: sus miedos: como enfrentarse a una sociedad o familia que la tacharán como algo de la peor calaña, el abandono de su pareja, el tener más hijos de los que se puede mantener de forma digna, alguna malformación comprobada o enfermedad hereditaria de riesgo.

Muchos dicen que es mejor darlos en adopción. ¿Qué no han visto lo difícil que es en México adoptar un niño? ¿Saben a cuantas parejas de condición estable –económica y moralmente- que no pueden procrear les han negado la adopción? Los orfanatos o casas hogar están llenas. Y todos esos niños crecen en instituciones o terminan en la calle porque se escapan y como consecuencia son abusados de distintas formas.
Un ser humano que no es deseado crea angustia en su madre. Dicha angustia es transmitida al feto. Un ser humano que no es deseado tampoco es procreado con amor y, el amor es imprescindible desde que el feto se encuentra en el vientre.
No debe obligarse a una mujer a llevar a término un embarazo cuando es violada, y especialmente cuando la violación ya en su propia esencia condenatoria, se deforma de manera aberrante cuando dichas mujeres son violadas por sus propios padres, hermanos, abuelos o tíos, con el alto riesgo de que las criaturas procreadas nazcan con taras importantes. Pero sobre todo, nadie tiene derecho a obligar a dichas mujeres a recordar el abuso que sufrieron y que estará presente por el resto de sus vidas en esos niños no deseados y, que muy probablemente, sufrirán también cuando sepan la forma en que fueron concebidos, porque todos sabemos que el sol no se tapa con un dedo.
¿Qué clase de personas serán esos niños que muy probablemente tendrán afecciones emocionales graves? Es cierto que el sentimiento maternal es tan fuerte que muchas veces es capaz de olvidar, pero también es cierto lo contrario, y en este caso ¿qué vida depara el destino a esos niños que no podrán ser amados plenamente por sus madres?

Yo, con toda honestidad, no creo que Dios esté de acuerdo con los millones de niños desamparados por todo el mundo, o que crecen en condiciones de pobreza extrema, cuyo estado de desnutrición y salubridad es lamentable y que nunca pueden tener acceso a escuelas ni a diversiones sanas. Niños que tal vez nunca sepan lo que es un cine, un juguete, una cama caliente o un dulce. Niños que cuando los encontramos en la calle volvemos el rostro…Niños abusados sexualmente, niños limpiaparabrisas o tragafuegos, niños que roban para poder comer. Niños que se calientan con perros callejeros por las noches. Niños que tampoco son ayudados por grupos que están a favor de la vida, ni por la iglesia, ni por nuestros gobiernos, ni por ti ni por mí.

Pero de cualquier forma estos niños seguirán existiendo, porque si bien es cierto que el aborto se ha permitido, también es cierto que será difícil que se regule como algo cotidiano en el sector salud de este México lindo y querido, de tal manera, que solo sea accesible para quienes tienen para pagar médicos u hospitales privados. Además, debemos recordar, que las clases más pobres son las más ricas en ignorancia y también las más influenciables por nuestra iglesia católica.
Sí, lamentablemente.

En mi opinión la legislación del aborto no debe implicar más que una garantía de seguridad cuando la mujer “DECIDA” por sus propias y personales razones, la suspensión del embarazo. Pero creo, también, que lo más importante no es dicha legislación, sino profundizar en la RESPONSABILIDAD que toda mujer debemos tener, en cuanto a los medios anticonceptivos que se pueden usar, porque definitivamente el aborto no debe ni deberá ser usado como recurso anticonceptivo, pero tampoco condenado por quienes decidan llevarlo a cabo.
Las mujeres somos dueñas de nuestros cuerpos, pero también debemos ser responsables de nuestra sexualidad. La aceptación por nuestro gobierno para legalizar el aborto no debe ser marcador de nuestra libertad y como recurso no debe ser indiscriminado, porque no somos hienas. La verdadera libertad siempre deberá ser ejercida con responsabilidad y, somos tan libres, que podemos hacer uso de cualquier método anticonceptivo. Somos tan libres que podemos educar a nuestros hijos para ser responsables de su sexualidad. Esto es mucho más importante que la legalización del aborto y como mujeres cultas, modernas y libres, no debemos olvidarlo.

De forma muy personal, para mí la máxima no sería simplemente el derecho a la vida, sino el derecho a una vida de amor, de paz y de dignidad. Éstas deberían ser las garantías de todo ser vivo, no solo del género humano. Lo que sin duda nos da para otro tema.


Issa Martínez